La teoría oficial que recogen con frecuencia los principales medios de comunicación es que España se ha convertido en uno de los países europeos más comprometidos con la defensa del Medio Ambiente. La propaganda, a la que nos tiene tan acostumbrados el Gobierno, dice que como consecuencia de un progresivo cambio en el modelo de producción de energía español se reducen también las emisiones de CO2 a la atmósfera. Los análisis más rigurosos no indican lo mismo.
From Warming Alert N.Y.
El tema de la reducción en la atmósfera de los gases efecto invernadero en general y del CO2 en particular, se considera capital para lo que se ha dado en llamar el Cambio Global o de forma más específica una parte de él que es el Cambio Climático. La controversia internacional generada, nunca debería haber salido del ámbito científico y técnico para que los especialistas con datos rigurosos y fiables aconsejaran e incluso exigieran a los Gobiernos y a los Organismos Internacionales competentes las medidas necesarias de actuación contra este fenómeno. En los ámbitos científicos más rigurosos nadie duda de las consecuencias que la actuación de la especie humana está teniendo sobre los cambios generados en nuestro Planeta, aunque las causas y el efecto específico de cada una de las acciones humanas está aún por determinar. El tema es tan serio que, incluso, ya se ha propuesto una nueva era geológica llamada Antropoceno para enmarcar en el tiempo el periodo en el que el hombre con su influencia está cambiando de forma significativa nuestro Mundo. Y no desde el desarrollo de la llamada sociedad industrial en el siglo XIX, empezó mucho antes con la agricultura, el arado romano y los cambios de usos del suelo. Es pronto para saber si estamos en el comienzo de una era nueva o no. Conviene recordar que los periodos geológicos se miden en miles o en millones de años, por tanto falta perspectiva, pero la idea es muy sugerente.
Sin embargo hoy día, se es partidario del cambio climático o no, de igual forma que se es seguidor del Madrid o del Barça, del Depor o del Celtiña. Es decir, este tema tan extraordinariamente delicado para toda la Humanidad, se ha convertido en un problema de sentimientos. Yo siento que creo en el cambio climático o yo siento que no creo en el cambio climático. El problema se agrava cuando determinadas asociaciones llamadas ecologistas se dedican a hacer demagogia con este asunto con el objetivo añadido de acopiar partidarios y engrosar el número de seguidores. No hablo de la Ecología, una ciencia extremadamente seria que está contribuyendo de forma capital al avance sobre el conocimiento de la naturaleza del Planeta y sobre la absoluta necesidad de conservar su biodiversidad. Ecología acaba en –logía viene del griego y significa ciencia. Eco-, también del griego, significa casa, morada, ámbito vital. Es decir la Ecología es una Ciencia que trata del conocimiento de entorno en que vivimos. El significado del sufijo -ista en este caso explica muy bien la conexión aludida. Significa “partidario de” o “inclinado a”, es decir algo parecido a madridista o deportivista. Nada más lejos de mi intención devaluar o criticar a los partidarios de cualquier cosa, y desde luego a los seguidores o partidarios de la Ciencia Ecológica y por tanto honrados ecologistas, pero sí llamar la atención sobre la sociología de estos grupos en los que, en ocasiones, se insertan forofos que sin conocimiento alguno pontifican sobre el cambio climático o la energía nuclear, pero consiguen influir en las decisiones de los gobiernos.
En todo caso, lo cierto es, que igual que en los temas económicos España está sujeta a los avatares de los mercados mundiales y europeos, en los temas medioambientales y de reducción de emisiones de GGEI, estamos obligados por las directrices de la UE. Es decir, que con independencia de que uno “sienta o no en lo más profundo de su ser el cambio climático” lo incuestionable es que debemos intentar cumplir con la llamada directiva 20/20/20 de la UE que establece como objetivo para el año 2020, reducir al menos un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero, conseguir un 20% de mejoras en el ahorro y eficiencia energética y conseguir que las energías renovables representen el 20% del consumo energético de la de UE.
Recientemente, un estudio de la Universidad de Valladolid ha comprobado que la tasa de crecimiento anual de las concentraciones de CO2 en la troposfera (la capa atmosférica más cercana a la superficie terrestre) es “netamente superior” en España comparada con otras zonas del planeta como Mauna Loa (Hawái), donde se guarda la serie de datos más larga al respecto. Ver en el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC) del MCI y de la FECYT.
De esta noticia se pueden extraer dos conclusiones muy simples. La primera, de índole técnica, es que a pesar de que España se comprometió a no incrementar sus emisiones en 2012 por encima del 15 %, hace dos años aumentaron por encima del 45% y por tanto, será prácticamente imposible cumplir la directiva europea a menos que se adopten medidas muy drásticas y con urgencia.
La segunda es que UPyD está en el buen camino y debe seguir perseverando en explicar a los ciudadanos españoles que es absolutamente necesario cambiar, entre otros, el modelo de producción de energía eléctrica en nuestro país, incorporando el debate nuclear como uno de los ejes centrales. Al mismo tiempo, se debe insistir en otros temas de gran importancia como los planes de reforestación, la definición de nuevos planes de una Agricultura Sostenible, la investigación orientada, etc. Sólo existen dos grandes sumideros naturales de CO2 los océanos y las masas vegetales y forestales.
Señor Sopeña, ¿qué podemos esperar de la biomasa forestal? ¿cuales son sus aplicaciones?
ResponderEliminar¿Existe algún estudio serio al respecto, accesible en internet?
Gracias.
Perdón por el retraso en responder. He estado ausente y reponderé con detalle más adelante
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