El período estival es tiempo de vacaciones y de descanso. Pero también de reflexión y recuerdo de acontecimientos que quedaron olvidados en el armario del subconsciente. La atención al trabajo diario y el torrente de sucesos importantes de índole política, económica y social que vive nuestro País desde hace algunos años, estratifican los temas que quedan enterrados con rapidez y hacen difícil un análisis detallado y sereno.
Recordando algunos momentos de ésta, políticamente convulsa primavera, viene a la memoria una significativa frase pronunciada por el Presidente (1982-1996) González durante la celebración del primer centenario de la llegada del PSOE al Congreso de los Diputados: “Cuando las cosas van mal, militancia pura y dura". Es decir, el clan más unido que nunca, al enemigo ni agua, nada de diálogo, y si lo hay, siempre la razón estará de nuestra parte, prietas las filas, etc. La sentencia, por su significado práctico, puede traducirse fácilmente utilizando el diccionario de las ideas por “sectarismo puro y duro”.
Lejos quedan ya los tiempos del Pacto de El Pardo (1885), por el que Práxedes Mariano Mateo-Sagasta (liberal) y Antonio Cánovas del Castillo (fuertemente conservador) se alternaban en el poder ante la difícil situación política del momento. Con posterioridad, sólo durante los años que duró la llamada Transición Española con Adolfo Suarez de Presidente, el medioambiente político de nuestro País ha gozado de verdadero diálogo con acuerdos y consensos de gran transcendencia para el futuro de España. Y este es precisamente el drama. El sectarismo ha imperado en la vida política española, forma parte del sistema arterial del Estado y la secta domina sobre cualquier tipo de organización política. Algunos, con suave talante hablan de partidocracia, pero la realidad, también pura y dura, es que las actuaciones de la mayoría de nuestros Partidos Políticos, son sectarias. Hay múltiples ejemplos que se pueden citar, entre ellos, las actuaciones de muchos Gobiernos Autonómicos que, siendo del mismo Partido, sostienen posturas encontradas frente a los mismos problemas. Se actúa de forma muy distinta en Murcia o en Aragón, en Cataluña o en Castilla La Mancha. El problema del agua continental, que debería incluso abordarse en un contexto Ibérico junto con Portugal, es uno de los más evidentes. Y más, cuando se trata de un bien escaso que debería ser declarado Patrimonio de la Humanidad.
Lejos quedan ya los tiempos del Pacto de El Pardo (1885), por el que Práxedes Mariano Mateo-Sagasta (liberal) y Antonio Cánovas del Castillo (fuertemente conservador) se alternaban en el poder ante la difícil situación política del momento. Con posterioridad, sólo durante los años que duró la llamada Transición Española con Adolfo Suarez de Presidente, el medioambiente político de nuestro País ha gozado de verdadero diálogo con acuerdos y consensos de gran transcendencia para el futuro de España. Y este es precisamente el drama. El sectarismo ha imperado en la vida política española, forma parte del sistema arterial del Estado y la secta domina sobre cualquier tipo de organización política. Algunos, con suave talante hablan de partidocracia, pero la realidad, también pura y dura, es que las actuaciones de la mayoría de nuestros Partidos Políticos, son sectarias. Hay múltiples ejemplos que se pueden citar, entre ellos, las actuaciones de muchos Gobiernos Autonómicos que, siendo del mismo Partido, sostienen posturas encontradas frente a los mismos problemas. Se actúa de forma muy distinta en Murcia o en Aragón, en Cataluña o en Castilla La Mancha. El problema del agua continental, que debería incluso abordarse en un contexto Ibérico junto con Portugal, es uno de los más evidentes. Y más, cuando se trata de un bien escaso que debería ser declarado Patrimonio de la Humanidad.
Cartel anunciador de la localidad arriacense de Molina de Aragón (Guadalajara). ¿Ironía o neosectarismo? Fotografía tomada en octubre del 2008. |
Dentro del ámbito de la Comunidad de Madrid en la que vivo, ¿es razonable que se apruebe de forma unilateral el Proyecto del Parque Nacional de Guadarrama dejando fuera la vertiente norte de la Sierra porque pertenece a la Comunidad de Castilla León? Por su parte, la Junta de Castilla León aprobó su propio Plan de Ordenación de los Recursos Naturales para este futuro Parque Nacional en enero de 2010. ¿Es esto mínimamente razonable? No aburriré al lector multiplicando las citas de actuaciones claramente sectarias que están en la mente de todos, como los intentos de hacer de la Educación y de la Lengua caracteres fuertemente diferenciadores. Pero si conviene destacar que estas actitudes favorecen los nacionalismos más excluyentes, incluso con planteamientos claramente racistas como los de algunas formaciones políticas que asumen estas doctrinas absolutistas. Baste recordar como paradigma, la alusión de Javier Arzallus al Rh negativo de los vascos que, incluso, fue criticada por algunos de sus correligionarios del PNV. Este es, sin duda, un factor de elitismo racial claramente empobrecedor.
El sectarismo ha impregnado casi todos los ámbitos sociales y ha llegado a muchos Medios de Comunicación. Hoy, es difícil estar medianamente bien informado si no se leen un número, casi imposible, de periódicos y digitales, se escuchan varias emisoras de radio o se ven distintos telediarios y tertulias. El sectarismo es manifiesto. Muchos Medios de Comunicación seleccionan de forma descarada las noticias y sólo publican las positivas para el Partido o Partidos de su tendencia y las negativas para el contrario. Esta tendencia es especialmente clara en las páginas o informativos dedicados a temas locales y autonómicos. Naturalmente, no estoy negando el derecho a que cada Medio de Comunicación siga una línea editorial determinada, me refiero a la manipulación informativa, a la publicación de encuestas de dudosa fiabilidad para favorecer unos intereses políticos o individuos determinados, etc. En resumen, al sectarismo informativo. Quizá es deformación profesional, pero hace muchos años me enseñaron que deben separarse siempre de forma clara, los datos de las interpretaciones. Estas últimas son personales y cada cual las obtendrá según su libre albedrío.
Durante los próximos meses, ante las Elecciones Autonómicas y Municipales de mayo del 2011 se intensificará el debate político y habrá innumerables ocasiones en las que esta maligna tendencia, claramente antidemocrática, se mostrará en toda su crudeza. Con independencia de los argumentos, habrá un número de ciudadanos que acudirá a las urnas y votará a una determinada opción política simplemente… porque “son los míos”. Pues bien, frente a esta práctica perversa desde el punto de vista democrático, los españoles en general y los madrileños en particular, tenemos una nueva opción que practica la transversalidad política, que defiende el cambio del sistema electoral y la redefinición del Estado para que no se de un paso más hacia la secesión de algún territorio. Que pretende la devolución las competencias de Sanidad o Educación al Estado, que dice que el agua es de todos y para todos, y no de la Comunidad Autónoma de turno.
La búsqueda de lo que nos une a todos los españoles, la Lengua común, la separación real de los Poderes Judiciales, el cambio del sistema de elección de los magistrados del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, la sin razón del cupo vasco o navarro basados en pretendidos derechos históricos o las listas abiertas en las elecciones, están en la esencia de Unión Progreso y Democracia. “No hay solución a la crisis económica y de modelo productivo si no abordamos la reforma del modelo de Estado". Son palabras recientes de la Portavoz Parlamentaria de UPyD, Rosa Díez. La finalidad de este Partido no es alcanzar el poder y retenerlo al servicio de intereses propios, privados o sectarios de cualquier tipo. Es elaborar las mejores propuestas para que los ciudadanos puedan elegir lo que consideren mejor. Que los permanentes enfrentamientos y descalificaciones que pervierten la vida política española desde el Parlamento hasta las reuniones de los Plenos de los Ayuntamientos desaparezcan y den paso al verdadero Debate. Las políticas progresistas no son de izquierdas ni de derechas, son sólo “políticas opuestas al inmovilismo para ampliar y mejorar la libertad y la igualdad de oportunidades de los ciudadanos”, op. cit.
El buen olfato político y la inteligencia de muchos ciudadanos, ha detectado ya, como demuestran las distintas encuestas publicadas en los últimos meses, esta nueva forma de hacer Política que pretende la Regeneración Democrática en toda su amplitud y profundidad.
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