domingo, 15 de septiembre de 2013

Una paradoja más

Como concluye el Prof. Paolo Mancini en su reciente ensayo sobre “Media Fragmentation, Party System, and Democracy” (1), la llamada crisis del periodismo no es sólo un problema del periodismo profesional, sino que plantea también preguntas de calado para la democracia en general y, además, algunas contradicciones singulares. Por ejemplo, aunque las nuevas tecnologías han ampliado de forma considerable la cantidad de información y el número de lectores que acceden a ella, el análisis ciudadano es más difuso. Es decir, la profundidad con la que se tratan y debaten los temas es menor por la fragmentación de los medios de comunicación y por la segmentación de la audiencia. La paradoja está servida, mucha más información y mayor pluralidad, pero un control democrático de los partidos políticos y de los gobernantes mucho más difuso. La pregunta que queda en el aire es: ¿también menos efectivo?

Parece claro que estos cambios abren espacios para nuevas organizaciones sociales que se mueven dentro de las, también nuevas, estructuras de comunicación y dependen exclusivamente de ellas. Este fenómeno, consecuencia de la globalización, es común a todos los países democráticos. Afecta también a dictaduras que como la china o la cubana, mantienen un férreo control de los medios de comunicación tradicionales y lo intentan con Internet y, por tanto, con las redes sociales. Pero no consiguen ese control absoluto por la propia estructura de la red. Lo que no cabe duda es que todo este conjunto de transformaciones está afectando profundamente al funcionamiento del sistema democrático. Quizá es pronto para concluir cómo y con qué intensidad. La primera campaña electoral 2.0 de la historia, la que realizó el Presidente Obama en 2008 y en la que se intuyeron meses antes los resultados gracias al análisis de las palabras clave que los usuarios introducían en los buscadores de Internet, es relativamente reciente.


¿demasiada información y poco rigurosa?

Como no podía ser de otra manera, España está inmersa en este tipo de rápidas transformaciones. Pero hay un hecho diferencial. Tanto el periodismo tradicional obediente a los partidos políticos, como una importante y significativa mayoría de medios digitales, siguen participando del sistema de obediencia a la cofradía que los sostiene. Solo queda el inmanejable universo de los blogs, de las Web personales y de las redes sociales, con los inconvenientes del posible anonimato que permite toda clase de desmanes intelectuales. Por otra parte, la casi totalidad de los medios locales de comunicación están subvencionados directamente por los partidos políticos que gobiernan los municipios o reciben subvenciones encubiertas por medio de la publicidad que contratan. La crisis ha agravado la deteriorada situación económica de los grandes medios. Una consecuencia es que la mayoría de los “periodistas de altura” ha descendido de la elevada cota que ocupaba en los sillones de sus despachos de dirección, a la arena de las tertulias de radio y de TV. En sus intervenciones constantes, diarias o semanales, quedan muy claras las servidumbres que la mayoría de ellos prestan. Su pretendida independencia y libertad de criterio, queda desmontada cuando actúan, una y otra vez, como portavoces del Gobierno de turno o del partido afín que les ha mantenido o favorecido económicamente durante años. Se empiezan a producir situaciones inéditas como la acusación de "querer cargarse a Rajoy" que en una reciente tertulia de la COPE, el jefe de opinión de ABC le espetó al director de El Mundo por la publicación de los "papeles de Bárcenas". La confusión y el enfrentamiento se ha infiltrado en los medios de comunicación. Manteniendo su linea editorial, deberían informar del modo más riguroso posible a sus lectores, puesto que constituyen un elemento imprescindible de control democrático de los poderes públicos. No es así, en una notable mayoría.

Tal es el desconcierto y la dependencia ideológica que padecen que, incluso, los medios periodísticos más influyentes y poderosos, hacen el ridículo como con las informaciones previas a la adjudicación de los juegos olímpicos. Otro ejemplo que afecta a un tema de Estado de extrema gravedad, se observa comparando los titulares del sábado 14 de setiembre de algunos de los principales periódicos, referentes a la secesión planteada por los nacionalistas catalanes. 
  • El Mundo: El Gobierno contesta a Más que no permitirá la consulta.
  • El País: Rajoy cierra todas las puertas a Mas salvo la financiación.
  • ABC: Rajoy advierte por escrito a Mas que la consulta es ilegal.
  • La Razón: Ni referéndum ni reforma de la constitución.
  • La Vanguardia: El Gobierno rechaza la consulta y ofrece mejorar la financiación.
  • El Periódico: Rajoy le dirá a Mas por carta que no habrá referendo pactado.
  • El Heraldo de Aragón: Rajoy ofrecerá a Arthur Mas dialogo sobre el modelo de financiación.
  • La Gaceta: Al desafío independentista catalán le quedan 48 horas.

¿Puede alguien encontrar dónde, en la meliflua carta que le dirige el Presidente del Gobierno al de la Generalitat, se rechaza explícitamente el referendo secesionista o se plantea mejorar la financiación de Cataluña? Por el contrario, se trasluce el mensaje subliminal de que todo es posible si se encuentran las fórmulas adecuadas y se anima a continuar las oscuras negociaciones secretas a las que tan aficionado es el actual Presidente del Gobierno. No debe ser ésta una interpretación muy equivocada, porque un sector muy importante del propio Partido Popular está filtrando su indignación por la pasividad de Rajoy ante el desafío independentista. 

La carta puede encontrase en cualquier medio de comunicación pero para mayor comodidad de comparación, la transcripción completa de la que publican muchos medios de comunicación es la sigue. Lean, comparen y saquen sus propias conclusiones.

"En respuesta a su carta en la que me plantea la necesidad de abordar un proceso de negociación para la celebración de una consulta en Cataluña, y sin perjuicio del exhaustivo análisis que exige el informe jurídico y político que me ha enviado con posterioridad, paso a manifestarle mi criterio respecto a las cuestiones que plantea. Siempre he sido -y creo haberlo demostrado- una persona comprometida plenamente con el diálogo como forma de resolver las diferencias políticas o de cualquier otra índole. Este compromiso con el diálogo adquiere su verdadero sentido desde la exigible lealtad institucional y desde el respeto al marco jurídico que a todos nos protege y que a todos nos vincula, en especial a quienes ejercemos responsabilidades de gobierno. Por mi parte, el diálogo no tiene fecha de caducidad cuando se trata de atender al interés general de los españoles y, por ello, de todos los catalanes. En este sentido, considero que el mejor servicio a la legitimidad democrática que usted invoca es precisamente respetar ese marco jurídico en el que los gobiernos hallan su fundamento y legitimidad y los ciudadanos encuentran la garantía para la convivencia y la concordia. Estoy convencido de la extraordinaria relevancia que Cataluña tiene para el conjunto de España y de la riqueza, pluralidad y singularidad de la sociedad catalana. Pienso asimismo que los vínculos que nos mantienen unidos no pueden desatarse sin enormes costes afectivos, económicos, políticos y sociales. Y por supuesto, quiero también transmitirle la firme convicción de mi Gobierno de que hemos de trabajar en el fortalecimiento de esos lazos y huir de los enfrentamientos. Debemos hacerlo desde la lealtad recíproca y el fomento de la corresponsabilidad en las dos direcciones. Convencido de que juntos ganamos todos y separados todos perdemos, le invito a que ejerzamos responsablemente nuestra función como gobernantes democráticos con lealtad hacia los ciudadanos y las instituciones que representamos en estos momentos de dificultad económica y social que padece nuestra sociedad. Desde el profundo afecto que siento por la sociedad catalana en su conjunto y el respeto institucional a la Generalitat de Cataluña que usted representa hoy, quedo a su disposición para trabajar conjuntamente y ofrecer así la mejor respuesta a las necesidades reales de todos los ciudadanos. 
Cordialmente, 
Mariano Rajoy 
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(1): Paolo Mancini, 2013. Media Fragmentation, Party System, and Democracy. The International Journal of Press/Politics. 18(1): 43–60.

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